«Dos vecinos que discuten habitualmente y a la vez se echan de menos y se necesitan para muchos de sus proyectos. Simulan como que no les afecta lo que al otro le pase aunque comparten y cuidan “el barrio” que habitan. Vigilan al otro “por si acaso” pero, en el fondo, se alegran si el vecino recibe buenas noticias.
Laredo y Santoña, desde siempre, mantienen esa relación de “amor y odio”.
Y la madrugada del 29 de octubre de 1943 no fue distinta en esos sentimientos contradictorios de las dos “villas hermanas”; una gran ballena de 14 metros de longitud y 16 toneladas de peso había sido localizada y apresada por el vecino de Santoña Octavio Valle. Fue remolcada al puerto santoñés. Despiezado y subastado, el cuerpo del cetáceo fue distribuido en Santoña, Laredo, Santander, Barcelona y, sobre todo, en un cuartel del ejército en Burgos.
Con el correr de los tiempos, surgió la leyenda y se hizo la pregunta; ¿Quién se comió la ballena, los de Laredo o los de Santoña? La respuesta es variopinta, pero a buen seguro la ballena se la comió “el hambre” que pudo saciar aquel bendito animal que una noche de octubre de 1943 se adentró moribundo en nuestra bahía y un siglo después sigue provocando la guasa y sorna en los encuentros de los vecinos de uno y otro pueblo.
Su último mérito, la creación de una carrera a pie; “El desafío de la Ballena”.
Noé del Río San Sebastián